Este post va dedicado a mis estudiantes, Jenifer, Sofía, Erick y Oscar que ayer presentaron su interpretación sobre el tema HIPERTEXTO, utilizando la novela RAYUELA de Julio Cortázar como ejemplo. A ellos y ellas este tema para la reflexión.
Ver nota madre Fuente: Ñ
1. La candente mañana de febrero en que Beatriz Viterbo murió noté que las carteleras habían renovado no sé qué aviso de cigarrillos rubios.
2. El 30 de abril era su cumpleaños; fui a visitar la casa de la calle Garay para saludar a su padre y a su primo hermano. Era un acto cortés.
3. Viterbo murió en 1929; desde entonces, no dejé pasar un 30 de abril sin volver a su casa. Llegaba a las 7 1/4 y quedaban 25 minutos.
4. Carlos Argentino es canoso, de rasgos finos. Ejerce no sé qué cargo en una biblioteca ilegible de los arrabales del Sur; es autoritario.
5. Tiene grandes y afiladas manos hermosas. Algunos meses padeció la obsesión de Paul Fort por la idea de una gloria intachable.
6. Lo evoco en su gabinete de estudio, como si dijéramos en la torre albarrana de una ciudad, provisto de teléfonos, de telégrafos, fonógrafos.
7. Tan ineptas me parecieron esas ideas que las relacioné inmediatamente con la literatura.
8. Le dije que por qué no las escribía. Respondió que ya lo había hecho: figuraban en un poema en el que trabajaba hacía muchos años.
9. Le rogué que me leyera un pasaje, aunque fuera breve. Abrió un cajón del escritorio, sacó un alto legajo de hojas de block.
10. El primer verso granjea el aplauso del catedrático, del académico, del helenista, cuando no de los eruditos a la violeta.
11. Otras muchas estrofas me leyó que también obtuvieron su aprobación y su comentario profuso. Nada memorable había en ellas.
12. Hacia la medianoche me despedí.
13. Dos domingos después, Daneri me llamó por teléfono, entiendo que por primera vez en la vida.
14. Pensaba publicar los cantos. Comprendí la singular invitación telefónica; el hombre iba a pedirme que prologara su pedantesco fárrago.
15. El teléfono perdió sus terrores, pero a fines de octubre, Carlos Argentino me habló. Estaba agitadísimo.
16. Ya cumplidos los cuarenta años, todo cambio es un símbolo detestable del pasaje del tiempo.
17. Está en el sótano del comedor -explicó, aligerada su dicción por la angustia-. Es mío, es mío:
18. Se refería, lo supe después, a un baúl, pero yo entendí que había un mundo. Bajé, rodé por la escalera vedada, caí. Vi el Aleph.
19. ¿Cómo transmitir a los otros el infinito Aleph, que mi temerosa memoria apenas abarca?
20. Vi el Aleph, desde todos los puntos, vi la tierra, y en la tierra otra vez el Aleph y en el Aleph la tierra, sentí vértigo y lloré.
21. Felizmente, al cabo de unas noches de insomnio, me trabajó otra vez el olvido.
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