El viernes ingresé a las 6 a.m al Hospital Calderón Guardia para una cirugía ambulatoria, llegué allí tras casi cuatro meses de preparativos. No importa, yo creo en la salud pública y solidaria -sobretodo cuando la operación se te hace impagable- y sigo creyendo en ella pese a que no me operaron. A las 2 p.m. salí del hospital despúes 8 horas de espera en las bancas del corredor de las salas de operaciones. Allí un grupo de 25 personas buscábamos nuestros dos apellidos salir de alguna de las puertas para ser el siguiente al quirófano y así los llamaron a todos menos a dos, había una emergencia.
Es entendible, las emergencias siempre van primero y eso lo dice la enfermera en tono de discurso aprendido, pero que se rompe y vuelve a ser sentido cuando el repetido mensaje toca las miradas comprensivas, que pese a sus dolencias indiviuales, esperan pacientes. Durante 8 horas de banca y frío, nosotros los 25 de las operaciones matutinas, estabamos despojados de todo lo que se quedó a ras de piso incluyendo calzones y sostenes, y ya en las alturas del tercero solo quedamos nosotros - más igualitos no se podía-. Fueron las horas mejor aprovechadas de la semana, a nadie le regalan ese tiempo casi interminable para poder mirar sin apuros.
Por razones de fuerza mayor pienso en la posibilidad del privado, con el mismo equipo, nada extra... seguro será rápido y sin esperas, pero no estarán los otros 24, solo el insoportable y pesado saber que una es la cliente y que se puede exigir sin reparos, no estarán los pacientes de la Caja para regalarme esas horas de vívido y real humanismo tico. Por ellos y los demás ¡que viva mi cotización mensual a la CCSS!.
1 comentario:
Te compadezco muchísimo y me gusta el sentido del humor que le das a tu experiencia. Me da eso sí, demasiada pena por los adultos mayores y la gente más pobre que no tiene opción alguna y que esa es y será siempre la forma de atenderse en lugares públicos. Mucho que hacer todavía en el plano de la salud costarricense.
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